21 días en bicicleta
Mi teoría de los 21 consiste en realizar durante 21 días seguidos una acción o conducta determinada con el fin de generar un cambio de hábito. La idea es no interrumpir la meta propuesta durante el tiempo determinado, tomar nota cada día de lo que va sucediendo y de las reacciones y sensaciones que se producen durante ese lapso, para poder observar los resultados.
Por fin me animé a realizar una prueba que para mí representaba, por un lado la facilidad de ser un hábito frecuente, y por el otro, el reto de llevar ese hábito al máximo esplendor dejando de ser una elección para que se conviertiera en parte de mi vida diaria.
El reto: No utilizar ningún tipo de transporte que consuma gasolina o electricidad por 21 días, no auto, no taxi, no subte, no autobús, no moto, no tren. Solo me permitiría transportarme en bicicleta, en patineta o a pie. (No tengo rollers).
Buenos Aires es una ciudad plana, que actualmente cuenta con algunas bicisendas o ciclovías (como prefieras llamarlo).
Sin embargo, debo confesar que, desde mi perspectiva, aún es una ciudad poco amigable para andar en bici todos los días y que no resulta sencillo implementar el uso de la bicicleta para todas tus rutinas diarias; la verdad, es que no son pocas las veces que he tenido que parar en la calle, detener la bici y respirar después de un buen susto.
Para mí la bici comenzó a ser un medio de transporte en Caracas, no la busqué, ella llegó a mí. En el 2007 viajé a Bogotá tras el fallecimiento de mi hermana y encontré la bicicleta con la que ella andaba a principios de los años 90, era una bicicleta de montaña bien conservada.
Recuerdo que cuando me detuve a ver la bici, nos vi a nosotras andando y jugando a las carreras, Ana María, mi hermana siempre fue más alta que yo y esa bici era para un adolescente-adulto, así que cuando la reencontré la bici me quedó perfecta.
Hacía unos meses, Estefanía, una de mis grandes amigas de Caracas me había incentivado con el uso de la bici, en su casa había más de una bici y me prestaba una, nos íbamos de La Castellana a la Universidad Central unos 6 kilómetros.
Una vez me caí en la principal de Bello Monte y nos destornillamos de la risa, más ella que yo, obviamente.
Estando en Bogotá lleve la bicicleta de Ana María a hacerle un servicio técnico, la desarmamos, la metimos en una caja y la bici debidamente embalada viajó a Caracas. Mi primera bicicleta se llamaba María Antonieta.
En Caracas comencé a usar la bici con frecuencia, yo vivía pegada al Ávila en La Castellana y me iba a trabajar a Las Mercedes, me tardaba 20 minutos en llegar a la oficina versus tomar dos autobuses y caminar 10 cuadras largas, lo cual me tomaba al menos una hora.
Esa bici se perdió, debido a que fui víctima de un accidente en el que una automovilista me atropelló, la bici se la llevaron los de tránsito y pasé tres meses caminando en muletas, la mujer que me atropelló se dio a la fuga, a mí me quedó una cicatriz en la pierna de 46 puntos y el temor de subirme a una bici.
Al año de llegar a Buenos Aires, viví una temporada en casa de un amigo que estaba de viaje y me prestó su bici, comencé tímidamente a retomar la bicicleta para hacer trayectos de recreación muy cortos.
Dos meses después adquirí a Julieta, una bicicleta de paseo con la que me inicié en lo que llamo ser una ciclista urbana.
Poco a poco incluí en mi rutina diaria ir a mi empleo al menos dos veces a la semana en bici, eran 32 kilómetros sumando la ida y el regreso.
Tiempo después descubrí el movimiento de masa crítica que se realiza en diversas ciudades del mundo, en el que muchas personas se reúnen para salir a pedalear con el fin de manifestar que las bicicletas también son parte del tráfico.
Así hice un grupo de amigos con el que salimos a pedalear frecuentemente y me ayuda a sentir más seguridad a la hora de movilizarme.
Llevo un año y medio usando la bici frecuentemente como medio de transporte, tengo casco, luces y guantes, accesorios que voy implementando para mejorar las condiciones en las que emprendo mis trayectos.
Así fue como decidí pasar los 21 días sin usar otro medio de transporte.
Lo más difícil es tomar la decisión cada día de salir en bicicleta, a veces te da pereza y cuando tienes reuniones importantes de trabajo debes ser precavido y salir con tiempo para no llegar absolutamente transpirada y por sobre todas las cosas para no ir acelerada en la calle.
Antes utilizaba los auriculares para ir escuchando música, ahora ya no, tomé conciencia de lo peligroso que es y prefiero llevar la música en el teléfono y que suene mientras pedaleo, pero que no me obstaculice escuchar lo que sucede en mi entorno.
Día 1. Tomar la decisión de ir en bici hoy fue sencillo. Hice 28 kilómetros.
Día 5. Hoy llovía, esperé un rato para que la lluvia bajara y avisé que llegaría tarde. Pedaleé 43 kilómetros.
Día 9. A veces no entiendo como la gente que conduce automóviles te pasa tan cerca, se nota que nunca se han subido a una bici. 25 kilómetros.
Día 13. No he tomado ningún transporte que no sea mi bici, quiero ver qué pasa cuando cumpla los 15 días sin tocar otro medio de transporte. Hoy hice más de 60 kilómetros, tuve reuniones en diferentes puntos de la ciudad. Me sentí muy feliz y encontré muchas caras amables por la ciudad.
Día 16. Los frenos fallaron hoy, llegué tarde, me perdí y llegué a una parte de la ciudad que no conocía. No fue el mejor día.
Día 18. Voy a todo en bici. “Más amor, menos motor”.
Día 21. ¡Lo logré! Hoy cerré con 75 kilómetros porque además de hacer mis diligencias entrené con unos amigos.
Durante estos 21 días me encontré con las dificultades propias que vivimos los que optamos por medios alternativos, no podía estacionar en todos los estacionamientos, tuve algunos encuentros desagradables con conductores de autobuses y autos.
Me daba paranoia dejar la bici atada sin saber si al regresar estaría ahí.
Perdí un kilo y medio de peso. Un pasaje en autobús cuesta 2,50 pesos y el pasaje en subte 4,50. De haber utilizado todos estos días el transporte público habría gastado 294 pesos, con ese dinero puedo pagar una semana de alimentación.
Me siento feliz con este cambio que he generado en mi vida y definitivamente los beneficios del uso de la bici son múltiples. Esto es lo que pasa por cada pedaleo:
10 minutos: mejora la articulación.
20 minutos: se refuerza el sistema inmunitario.
30 minutos: mejoras en el nivel cardiovascular.
40 minutos: aumenta la capacidad respiratoria.
50 minutos: aceleración del metabolismo.
60 minutos: control de peso, antiestrés y bienestar general.
Andar en bici genera endorfinas, te saca una sonrisa, colaboras con el medio ambiente, y en mi caso, hace que llegue a mi lugar de destino más rápido que si voy en autobús o subte.
¿Y tú? Únete. La bicicleta es el futuro y está en nuestra historia desde 1885.